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Microfinanzas: la gran esperanza de los necesitados.




Aunque las sumas son pequeñas, el resultado es enormemente esperanzador. En los últimos años, las microfinanzas -la prestación de servicios financieros (normalmente pequeños créditos) a los pobres- se han revelado como un método eficaz para reducir la pobreza. El único problema es que las instituciones microfinancieras existentes llegan a sólo una mínima parte de los necesitados de todo el mundo. La profesora del IESE Johanna Mair y la estudiante de MBA Heather Blahnik explican en su artículo "Microfinance" ("Microfinanzas") cómo despegaron las microfinanzas, en qué consisten y qué organizaciones ofrecen este tipo de servicios.


Los orígenes de las microfinanzas se remontan a la década de 1970, cuando se empezó a reconocer que uno de los principales obstáculos para la mejora de la calidad de vida de los trabajadores pobres era su imposibilidad de acceder a servicios financieros. También salió a la luz la existencia de un "sector informal" en el seno de las economías de los países en vías de desarrollo. En las zonas pobres hay muy pocas posibilidades de conseguir un empleo regular, por lo que la mayoría de personas trabaja por cuenta propia. Cortan el pelo, reparan zapatos, transportan mercancías o realizan distintas actividades rurales para ganarse la vida. Es un contexto en el que las mujeres desempeñan un papel muy importante.


El profesor Muhammad Yunus fundó la primera institución microfinanciera del mundo en 1976, en Bangladesh. Su organización, el Grameen Bank -una de las instituciones más imitadas- ofreció sus servicios a 3,12 millones de clientes en 2003, con lo que cubrió casi dos terceras partes de los pueblos de Bangladesh. Al igual que las demás instituciones microfinancieras (MFI, en sus siglas en inglés), el Grameen Bank concede pequeños créditos de forma que los prestatarios puedan disfrutar de una oportunidad de negocio, pagar la matrícula de un colegio o cubrir una urgencia monetaria. Esta ayuda puede constituir el primer paso para romper el círculo de la pobreza.


En la década de 1980, surgieron MFI por todo el mundo y los noventa alumbraron una nueva tendencia de MFI sin ánimo de lucro. Es el caso de PRODEM, la principal o­nG microfinanciera de Bolivia, que solicitó y obtuvo una licencia de actividades bancarias para el exitoso BancoSol in 1991.


La popularidad de las microfinanzas creció aún más tras la Cumbre de Microcréditos celebrada en Washington en 1997. La reunión lanzó una ambiciosa campaña de nueve años que tenía por objetivo ofrecer a cien millones de las familias más pobres del mundo créditos para el trabajo por cuenta propia y otros servicios financieros y empresariales.


Actualmente conviven diversos modelos e instituciones microfinancieros, que la estudiante Blahnik describe en el artículo. Además del Grameen Bank, el modelo de Banca Rural (FINCA) es utilizado por más de 80 organizaciones de todo el mundo. Se trata de una iniciativa que arranca cuando un grupo de unas 30 mujeres que viven en ámbitos rurales acuerdan con una o­nG crear un Banco Rural. Para llegar hasta las comunidades más pobres de India, el National Bank for Agriculture and Rural Development (NABARD) creó Grupos de Autoayuda en 1992. El Unit Desa System del Bank Rakyet Indonesia puso en marcha un experimento microfinanciero en 1984 y obtuvo beneficios en menos de dos años. Otro ejemplo del éxito de estas organizaciones es el peruano Mibanco, una de las instituciones financieras más prósperas del país andino. Por último, se da una segunda iniciativa en Bangladesh, el servicio de ayuda a pequeños emprendedores que ofrece el BRAC, conocido antiguamente como el Bangladesh Rehabilitation Assistance Committee.


Diversos estudios han mostrado que las microfinanzas aumentan los ingresos y reducen la vulnerabilidad de sus clientes. ¿Pero cómo se pueden valorar individualmente los resultados de una institución microcrediticia?

"Para que las microfinanzas pasen de ser un movimiento a una industria plenamente consolidada, organizaciones, inversores y proveedores de servicios deben reconocer la necesidad de transparencia en los resultados financieros y globales de las MFI", apuntan los autores. Para valorar individualmente los resultados de una institución microcrediticia, los autores explican los cinco métodos más conocidos: el CAMEL de ACCION, el PEARLS de WOCCU, el GIRAFE de PlaNet Rating y los métodos de MicroRate y M-CRIL.


La industria microfinanciera ha evolucionado tremendamente en las últimas décadas, pero en los próximos años, a medida que crezca el número de MFI en el mundo, tendrá que afrontar nuevos retos. Entre otros, la baja penetración en el mercado, bases de recursos humanos insuficientes, transparencia financiera y regulación y supervisión.


Los defensores de las microfinanzas coinciden en que esta iniciativa es un éxito. Las MFI luchan contra la pobreza pero de forma sostenible y sin la necesidad de subsidios.


"Sin embargo, a pesar del rápido crecimiento de las MFI", concluye el documento, "su penetración es escasa y sólo llegan a una pequeña parte de los necesitados de todo el mundo. El sector ha de madurar y mejorar su calidad y alcance para llegar hasta las personas que precisan de sus servicios. Esto dependerá de un esfuerzo conjunto de gobiernos, agencias donantes, agencias reguladoras y de las propias instituciones microfinancieras, así como de sus clientes".



 
 
 

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