A principios de la década de 2000, la construcción de parques eólicos avanzaba lentamente en Polonia. Y eso que las óptimas condiciones de viento en el norte y noroeste del país representaban una magnífica oportunidad de inversión, hasta el punto de que había quien vaticinaba que Polonia sería el próximo "tigre de la energía eólica".Las denuncias de que los parques dañaban el paisaje y causaban contaminación acústica no amedrentaron a Jakub Bujok, un analista financiero especializado en el sector energético, y al emprendedor Lukasz Dzienisz, que veían en la energía eólica un negocio de gran potencial.En aquel momento, Dinamarca era el mayor productor en Europa, pero en Polonia la demanda de renovables superaba de lejos la oferta, por lo que ofrecía una regulación favorable.Los dos amigos, que se habían conocido en la Escuela de Negocios de Varsovia, pensaron que la ocasión la pintaban calva, así que impulsaron la construcción de un parque de diez turbinas con una potencia total de veinte megavatios.El caso "Project Finance: financiación de un parque eólico", del profesor del IESE Marian Moszoro, revela las complejidades técnicas y los problemas económicos de tamaña empresa.Primer paso: reunir el dinero
Bujok y Dzienisz elaboraron un análisis financiero. Un proyecto de esta envergadura requería una inversión relativamente considerable, superior a los 20 millones de euros.Para llevarlo a cabo, decidieron crear una sociedad instrumental con una aportación limitada de los accionistas.Los dos inversores pondrían el 10%, mientras que el 90% restante se financiaría con préstamos a largo plazo, a devolver en función de las previsiones de flujo de caja. Pero los bancos exigían garantías de que el parque generaría ingresos tras su construcción.Los dos emprendedores les presentaron un acuerdo de intenciones con una central eléctrica local que se comprometía a comprar la energía producida por el parque durante diez años.Aunque el documento no era vinculante, los bancos lo consideraron aval suficiente. El BRE Bank les ofrecería un préstamo del 60% de la inversión a pagar en diez años. Por su parte, EkoFundusz acordó participar en la financiación del proyecto a través de BOS, un banco de propiedad estatal.Tras embarcarse en el proyecto Vestas Wind System, el mayor fabricante de aerogeneradores de Polonia, se calculó que su fase de desarrollo duraría de ocho a diez meses.Negocio de alto riesgo
Bujok y Dzienisz debían mitigar riesgos. Como se trataba de un proyecto "llave en mano", los riesgos asociados con la ingeniería y construcción, como las condiciones climatológicas o los procedimientos administrativos, se endosaron al contratista.Aunque no era posible prevenir los riesgos de infraestructura, como los cortes de suministro, las autoridades polacas se comprometieron a mejorar la red eléctrica de la región.En cuanto a la contaminación acústica y el trastorno de las rutas de las aves migratorias, aún no habían encontrado expertos capaces de analizarlos.Más difíciles de gestionar eran los riesgos políticos y legales. En este ámbito, su única garantía era la adopción de las directivas de la Unión Europea sobre renovables por parte de Polonia.También incorporaron a sus contratos una cláusula que les eximiera de responsabilidad u obligaciones por causas de fuerza mayor (naturales).Respecto a los riesgos financieros, optaron por un tipo de interés fijo, pero aun así tendrían que lidiar con el riesgo del tipo de cambio, ya que los flujos de caja estaban denominados en dos monedas, el zloty polaco y el euro. Decidieron no mitigar este riesgo con instrumentos financieros derivados o estructurados, ya que daban por hecho que el impacto del tipo de cambio en el éxito del proyecto sería limitado.El riesgo de mercado también era motivo de preocupación. Los precios de las renovables se fijaban en relación con las fuentes energéticas convencionales, por lo que en cierto modo eran predecibles. Pero para acceder al mercado libre, los productores debían informar con 48 horas de antelación de sus previsiones de suministro. Este requisito, materialmente imposible de cumplir por los parques eólicos, les excluía de hecho del mercado libre.En lo referente a los riesgos de explotación, la provisión de turbinas quedaba garantizada por el fabricante, Vestas Wind System.Como los parques eólicos funcionan en gran medida sin personal, el riesgo asociado al factor humano era mínimo, así que Bujok y Dzienisz ni se lo plantearon.El viento cambia de dirección
A los pocos meses, el proyecto sufrió algunos retrasos. Tras una serie de reuniones, los representantes del principal prestamista, el BRE Bank, se mostraron reacios a ampliar el crédito concedido.El tiempo apremiaba. A la vuelta de la esquina estaba la primavera, la mejor época para empezar a construir el parque eólico. Un retraso de apenas unas semanas podía paralizar el proyecto durante todo un año.Bujok y Dzienisz pensaron en cómo convencer a las entidades financieras. Sabían que, en lo concerniente a la financiación de proyectos, los bancos desconfiaban de las previsiones demasiado optimistas.¿Habían analizado bien la sensibilidad de los ratios financieros a los factores de riesgo?
¿Habían definido y mitigado debidamente estos últimos?
¿Qué podían hacer para garantizar a los bancos la viabilidad del proyecto y, de ese modo, evitar que su sueño se lo llevara el viento?
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